Bases del Premio Libertador al Pensamiento Crítico

República Bolivariana de Venezuela Ministerio del Poder Popular para la Cultura

Premio Libertador al Pensamiento Crítico Edición 2007

El Ministerio del Poder Popular para la Cultura de la República Bolivariana de Venezuela hace pública la presente convocatoria, con carácter internacional, para el Premio Libertador al Pensamiento Crítico, el cual se regirá por las siguientes bases:

Primera Se entiende por obra de pensamiento crítico, a efectos de la presente convocatoria, a toda aquella obra escrita que, de una u otra manera, desde una posición comprometida con la defensa de la humanidad y desde la perspectiva de que otro mundo mejor es posible, analice críticamente la realidad del mundo contemporáneo, en forma global o sectorial, en cualquiera de los campos de la actividad social. Así, la guerra, la economía, la política, la democracia, la relación con la naturaleza, los derechos humanos, los derechos de los pueblos, la integración de los países, el racismo, el imperialismo, son temas, entre otros, que pueden ser objeto de ese ejercicio de pensamiento crítico.

Segunda El premio será concedido anualmente al autor del mejor libro editado en castellano durante el año anterior al de la convocatoria. La convocatoria admite libros originalmente escritos o publicados en otros idiomas, siempre y cuando la edición original no anteceda en más de tres años al de su publicación en castellano.

Tercera El premio consistirá en una pequeña pieza escultórica representativa, diseñada al efecto, el certificado o diploma correspondiente y la cantidad de ciento cincuenta mil dólares (US$ 150.000), libres de impuestos.

Cuarta La presente convocatoria 2007, se refiere a libros editados durante el primero de enero de 2007 y el 31 de diciembre del año 2007.

Quinta Los libros deben ser presentados directamente por sus autores, quienes podrán concurrir a este certamen, no importa el lugar del mundo donde residan.

Sexta Las obras deberán ser enviadas en número de siete (7) ejemplares al Ministerio del Poder Popular para la Cultura, Dirección General de Relaciones Internacionales, Foro Libertador, Edificio Archivo General de la Nación, Planta Baja, Final Avenida Panteón, Caracas, Venezuela, indicando claramente el objetivo de participar en el Premio Libertador al Pensamiento Crítico. En sobre aparte se incluirán los datos personales del autor: nombre y apellido, dirección, teléfono de contacto, correo electrónico y nota bibliográfica.

Séptima El plazo para la admisión de obras participantes vence el 31 de marzo de 2008. Se admitirán las obras que hayan sido enviadas por correo y tengan matasellos de origen de esta fecha o anterior. La lista de participantes será hecha pública en la página Web del Ministerio de la Cultura de la República Bolivariana de Venezuela.

Octava El jurado estará constituido por cinco miembros entre los cuales no debe haber más de dos venezolanos. La composición del jurado para la convocatoria 2007 será publicada en la página Web del Ministerio de la Cultura un mes antes del vencimiento del plazo de entrega. El jurado deberá acompañar su veredicto con un juicio razonado sobre la calidad e importancia de la obra premiada.

Novena El premio será otorgado por mayoría de votos y no podrá ser dividido ni declarado desierto. El jurado podrá destacar con menciones, hasta cinco de las obras participantes. Se deja establecido específicamente para todas las convocatorias que el haber obtenido con anterioridad el Premio Libertador al Pensamiento Crítico, no le impide a un autor volver a participar.

Décima El Premio será entregado al ganador en un acto público en la ciudad de Caracas el 24 de julio de 2008, fecha del natalicio del Libertador Simón Bolívar.

Undécima El autor de la obra galardonada con el Premio Libertador al Pensamiento Crítico, otorgará automáticamente permiso al Ministerio del Poder Popular para la Cultura para publicar la obra en Venezuela tantas veces como sea necesario, declinando los correspondientes derechos de autor en el caso de las ediciones, o partes de ediciones destinadas a ser distribuidas gratuitamente. Asimismo, el autor será responsable de realizar las gestiones pertinentes ante la editorial que haya publicado previamente su obra, para que igualmente ésta ceda sus derechos en caso de distribución gratuita.

Duodécima La participación en esta convocatoria implica la aceptación, sin reservas, de las presentes bases. Lo no previsto en ellas será resuelto por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura de la República Bolivariana de Venezuela.

Silvio Rodríguez: "Estamos aquí porque creemos en ustedes"


BAYAMO, Enero 17.-En contraste con la frialdad de los exteriores de la Prisión provincial de Granma, puertas adentro el ambiente es agitado y como de campo de feria, que refuerza un sol amarillo y abrasador. Faltan diez minutos para que inicie el concierto, fijado a las tres de la tarde. Artistas, técnicos, oficiales, soldados, reclusos, periodistas se arremolinan camino a una sala del edificio principal del penal, donde se ha montado una exposición de Ernesto Rancaño, el pintor que acompaña la gira.



Casi no se puede dar un paso en la salita rebosada de gente. Para llegar hasta ella hay que pasar primero por un recibidor donde algunos reclusos, tímidamente, han esperado para obsequiar piezas que ellos mismos tallaron para los artistas. Entre las manos cuarteadas de un muchacho de basto uniforme azul hay un barquito de madera. “¿Puedes imaginar qué se siente cuando ellos te entregan su regalo? No te lo dicen con palabras, pero tú las percibes en el gesto. Algo de ellos saldrá de la prisión”. Alexis Díaz Pimienta, repentista y escritor, es el primero del pequeño grupo de trovadores de esta “Expedición” con quien tropiezo. Es el tercer centro penitenciario donde ofrecen su concierto, organizado por Silvio Rodríguez y en el que participan también Amaury Pérez, Vicente Feliú y el cuarteto Sexto Sentido, acompañados del escritor Reinaldo González, el cineasta Léster Hamlet y la fotógrafa María Teresa González (Petí). “Como el primer día, tengo sentimientos contradictorios –confirma Alexis. Uno sabe que son presos, que están aquí porque hicieron daño a otros, pero a la vez no puedes dejar de compadecerlos ni puedes impedir que te duela su tragedia”. Pasa Silvio, camisa roja y gorra azul, y uno de los técnicos del espectáculo se anima a contarme al menos una anécdota: “En una de las cárceles que visitamos, alguien le dijo: ‘Silvio, ojalá que se acaben los presos’. Él ni lo pensó para responder: ‘Sí, pero que primero se acabe el delito’.”



Son ya las tres. Salimos al exterior, casi en fuga. Va a empezar el concierto en el patio del penal, una explanada enorme donde hay 3 000 sillas ocupadas, frente a una tarima azul de la que cuelga una guirnalda de rosas amarillas. A un costado, la Banda de conciertos del centro penitenciario, 30 presos ahora sentados, con sus instrumentos sobre las rodillas. “Fíjate, están los reclusos y sus familiares”, va comentándome Reinaldo González mientras busco mi asiento. ¿Están obligados a venir al concierto? “No, claro que no”, responde. Desde el público se aprecia mejor el escenario. La tela del fondo es una mujer con cara de luna y un solecito en el pecho, pintura de Rancaño que aparece en la portada del disco “Expedición”. Por fin, vibra el micrófono y se escucha: “Buenas tardes, soy Silvio Rodríguez.”

Ellos.




Un trío de trovadores

y un cuarteto vocalista,

un humilde repentista

un pintor de los mejores

y uno de los escritores

más insignes del país,

le hemos dado a la raíz

de nuestro arte nuevos usos,

para que ustedes, reclusos,

tengan un día feliz.



Una pausa y el murmullo cariñoso que parece replicarle “¿pero quién no te conoce, Silvio?”. Él explica a qué han venido. “Estamos aquí porque creemos en ustedes. Tenemos fe en el hombre y en la mujer, tenemos fe en los jóvenes, y nos sentimos igual que ustedes. Esta gira la iniciamos en 1990, pero tuvimos que interrumpirla después de visitar algunas prisiones del Occidente –la impidió el Período Especial-, y ahora llegó la oportunidad de continuarla. Somos un grupo de artistas, de los muchos que se brindaron, pues esta fue una idea bien acogida, no solo por la Asamblea Nacional, sino por artistas de varias manifestaciones.”

Al escenario llega Reinaldo, Premio Nacional de Literatura. Sus palabras son tan breves y emocionadas como las del cantautor: “El hombre es perfectible: no hay detrás de esta palabra nada místico, sino una convicción realista. Nos hemos reunido un grupo de amigos para venir trayendo música y alegría de vivir que es imprescindible para superar cualquier angustia.” Y continúa: “Soy escritor y no quise venir con las manos vacías. Con la ayuda del Instituto Cubano del Libro, he seleccionado 302 obras entre los grandes títulos literarios de la humanidad. Autores muy diversos, imprescindibles para la formación cultural. No hemos pensado solamente en el que comienza a leer, sino también en el que suele leer y su cultura le exige superación”.



Reinaldo presenta a una cantante bayamesa, Lidia Alcobea, técnica de laboratorio del hospital del penal, y ella a Vicente Feliú, que viene con un poema de Antonio Guerrero, uno de los Cinco cubanos prisioneros en Estados Unidos, que el trovador musicalizó. Vicente sigue con su “De donde habita el corazón” y ese himno generacional que es “Créeme”. Ha comenzado “el guateque”, como anunciara Reinaldo poco antes, y Silvio sube nuevamente al escenario para cantar a dúo con Vicente “El colibrí” y luego, solo, “Cita con ángeles”, “Pequeña serenata diurna” y “Expedición”, de la cual apunto estos versos enigmáticos: “Hoy somos ángeles caídos/ junto al que fuimos a curar”. Busca el tono de la guitarra por unos segundos que se alargan: “Es que el sol desafina las guitarras”, se disculpa y empieza a sonar “La gota de rocío”. Se escucha, como voz segunda, un coro espontáneo de las mujeres del público, mayoritariamente combatientes que trabajan en prisiones de Granma. Miro detrás de mí. A un par de filas de distancia están intercalados un grupo de presos y sus familiares. Una mujer de ojos cansados no deja de apretar la mano del que parece ser su hijo, quien canturrea bajito: “La gota de rocío/ del cielo se cayó/ y en ella el amor mío/ la carita se lavó”. Canta y sonríe con los ojos clavados en el trovador y yo me desarmo. Ni siquiera puedo apuntar lo que pienso en este instante. Cualquiera se da cuenta que la dignidad no es propiedad que tenga el ser humano, como tiene páncreas o sistema nervioso, sino que es una idea de sí mismo, quizás un momento como este, una esperanza, un proyecto alumbrado por él, que se mantiene mientras lo mantenemos.


La misma música.


Es temprano todavía

pero ya hay luna en el cielo

se enteró de que en el suelo

hay música y poesía.

Es raro, siendo de día,

ver la luna en primer plano;

se enteró del gesto humano

al que Silvio convocó

y no sé si no durmió

o se levantó temprano.



Hoy llega esta “Expedición”

de música y poesía

para sembrar alegría

en las piedras del rincón

más oculto. Una prisión

deja heridas interiores

pero seguro, señores,

después de lo que hoy vivamos

como dice Silvio vamos

a ser “un tilín mejores”.


La misma música.


Es verdad, son poco más de las cuatro de una tarde iluminada de modo tan implacable que el público tiene que ponerse la mano como visera para ver a los artistas, y sin embargo, la luna está a un costado del cielo y en el mural de algo más de tres metros que a mi izquierda pinta Rancaño, junto a cinco artistas plásticos de la provincia y a dos reclusos. Uno de los presos dibuja con parsimonia el detalle astral casi a mitad de la tela, el punto de partida para un cuadro sin motivo preconcebido, que va armándose a medida que se escuchan las canciones. En cinco bandejas de aluminio, traídas del comedor de la prisión, mezclan las pinturas. Cuando sube a la tarima el cuarteto Sexto Sentido, el mural está terminado y en él se reconoce un barco fantasmagórico, partido en dos por un árbol sin hojas que alza una estrella entre sus ramas secas. Detrás de esa primera luna tímidamente azul aletea una paloma blanca.



Para entonces ya cantaron Alexis Díaz Pimienta y Amaury Pérez. Y para entonces hemos llorado y nos hemos reído muchísimo. El humor de Amaury, que celebra en esta gira sus 25 años de casado con Petí, ha relajado la tensión emotiva del concierto: “Recuerdo muy bien la primera vez que vine a Bayamo hace unos 30 años. Salí del hotel donde me hospedaba y me fui al Parque Céspedes. Me encontré dos personas mayores, tomando un alcohol ‘raro’: ‘la sonrisa del tigre” dijeron que se llamaba la bebida. ‘Tómate un trago para que tú veas por qué se llama así’. El sorbo bajó perfecto, pero cuando subió hizo: ‘ahhhhhhhhhh’”. Amaury cantó “Te perdono” de Noel Nicola –“que si viviera estaría aquí, con nosotros”-, “Acuérdate de abril” y cuando iba a entonar “Si yo pudiera…”, advirtió que “esta canción la escribí en una gira por Europa con Pablo Milanés y Sara González, donde, por cierto, nadie entendía las letras. No me hizo mucha gracia cuando en Hungría anunciaron que iba a cantar ‘Amauroska Perezoska’.”

Sexto Sentido.


El concierto termina con los reclusos y los artistas, juntos, en el escenario. Toca el Sexteto Granma, constituido en prisión. La primera voz y guitarra no lleva el uniforme de presidiario, porque es un hombre libre. No hace mucho terminó de cumplir su condena –casi 20 años-. Cuando lo invitaron para que cantara junto a los compañeros del grupo que él había fundado, aceptó sin titubear. A Yayito, así lo conocen en la prisión y en Bayamo, le pregunto qué ha pasado con su vida: será evaluado como músico profesional y va a empezar a recibir clases de guitarra, de solfeo y las asignaturas teóricas, con profesores de Bayamo. “La música me salvó”, dice y se inclina para saludar a uno de los integrantes de la Banda de Conciertos del penal, la primera de cuatro que ya se han constituido en el país, integradas por presos que sufren largas condenas. ¿Por qué ellos? La razón es sencilla, me explican: para que la vida no sea para esos seres humanos un agujero negro hasta el final.

Son poco más de las cinco de la tarde. Los instrumentos han desaparecido del escenario y los presos, en fila, regresan a sus celdas. “Se acabó el sueño y ha vuelto la realidad”, pienso en voz alta.

Repentista.


“Sí, pero ya no será igual que antes –interviene Amaury. Ni para ellos ni para nosotros. ¿Viste que cantamos no más de tres canciones cada uno? Pues nos sentimos como si hubiéramos cantado durante tres horas seguidas. Regresamos siempre cansadísimos, nos derrumbamos literalmente, porque las emociones son tremendas, incomparables.” Le pido un ejemplo: “Me encontré con un muchacho que me dijo: ‘Amaury, yo siempre soñé con darte un abrazo y mira dónde te lo vine a dar’. Le pregunté cuánto tiempo le faltaba para salir: ‘un año’. ‘Pues prométeme que cuando salgas me vas a ir a ver para darnos otro abrazo’.”

Estados Unidos contra la diversidad cultural

La “globalización”, (término que emergió en 1983 de la mano del especialista en mercadotecnia Theodore Levitt (1), ha ampliado, ciertamente, los mercados mundiales, pero también las desigualdades. Y la región que presenta los desequilibrios económicos más asombrosos y las exclusiones más severas es América Latina.

Baste decir que el 10% de los más ricos obtiene 48% del ingreso y el 10% pobre alcanza el 1.6%, un promedio que nos indica que los pobres son treinta veces más pobres que años anteriores. En Chile, el 10% de la población más adinerada obtiene treinta y un veces más ganancias que el 10% más pobre. No obstante, en Bolivia el abismo es insostenible porque el 20% de los más ricos recibe sesenta veces el ingreso que correspondería al 20% de los más pobres.

El coeficiente creado por el italiano Corrado Gini para medir la desigualdad de ingresos revela que Brasil está a la cabeza de los países con mayores asimetrías sociales y económicas con un porcentaje de 59.3. La verdad es que el 10% más rico obtiene el 47.2% del ingreso, y el 20% empobrecido apenas recibe el 2.6 % (2).

El panorama es caótico y la decepción es enorme, pero las consecuencias culturales de estos problemas suelen ser obviadas. En la globalización, los patrones se comportamientos y gustos convergen hacia el consumismo; su programa educativo está basado en el liberalismo económico, el pragmatismo ético y la defensa a ultranza de la tecnología. El socialismo, por ejemplo, ya no es considerado un sistema político adverso sino una herejía. La defensa de las virtudes que supone la globalización (confundida por mucho con la mundialización), sin embargo, sólo es posible por medio de la amnesia y la manipulación: millones de seres humanos son condicionados y el lavado de cerebro apunta a consolidar el molde occidental de la modernidad. La homogeneidad de las necesidades es otro de sus aspectos más publicitados. En numerosos lugares se reproducen los estilos, marcas y los usos son aceptados por casi unanimidad por sectores privilegiados.

La globalización cultural tiene su centro en la producción de industrias culturales y en la configuración de un orden ideológico que transmite la sensación general de irreversibilidad. Desde la Segunda Guerra Mundial, en especial, la política exterior de Estados Unidos centró sus objetivos en el diseño de estrategias para aprovechar las ventajas de su liderazgo como potencia vencedora y durante la guerra fría planteó divulgar su modelo cultural a escala global. La caída del cine y televisión europea fue utilizada por el nuevo cine y televisión estadounidense para potenciar un universo simbólico que fue patrocinado para crear vectores sociales fractales. Hoy, la globalización representa un desafío y a la vez una enorme amenaza debido a la presión estadounidense por atacar y envilecer cualquier propuesta que suponga un obstáculo a la omnipotente influencia de sus industrias culturales.

En el escenario de orientación estadounidense, América Latina ha ido perdiendo progresivamente su memoria bajo coacción comercial, militar o política. Desde hace cincuenta años, es obligada importadora de formatos culturales, y la redención que prometía la apertura de mercados nunca llegó, en tanto las élites nacionales poderosas adquirieron el control de los medios de comunicación para imponer una programación sustentada exclusivamente en valores condicionales que mutilan todo recuerdo de rechazo por los daños sufridos en el pasado. Esta evangelización comercial amnésica apuntó a colonizar el imaginario colectivo, propició la universalidad de todos los símbolos benéficos a la relación de consumo, y fue capaz de justificar la integración periférica y la pérdida de toda identidad de resistencia.

Los cambios en la accesibilidad, volumen y velocidad de las transacciones no favorecieron a América Latina. El 85.8% de las importaciones audiovisuales, por ejemplo, proceden de Estados Unidos, en las que sus industrias reciben 55% de ganancias (3). En el sector audiovisual mundial, Estados Unidos controla el 55% del total, la Unión Europea el 25%, Japón y Asia el 15% y América Latina apenas el 5%, lo cual significa que la asimetría es abismal. El asunto es que el 10% de las culturas dominantes posee un 90% de la capacidad de producción de íconos y el 10% de las culturas dominadas de América Latina apenas alcanza la cifra de 3%. Es una hegemonía sin precedentes.

Pero esta situación de chantajes va a empeorar. En medio de la XXXIII Asamblea General de la UNESCO, por ejemplo, se realizó una reunión el 20 de octubre de 2005, donde ciento cuarenta y ocho estados votaron a favor de la Convención sobre la protección a la Diversidad Cultural, con la excepción de dos naciones. Una de ellas fue previsiblemente Estados Unidos, que había reingresado a la UNESCO en 2004 tras 20 años de ausencia, y amenazó con volver a retirarse si se aprobaba esta normativa. Algunos países latinoamericanos estuvieron a punto de reconsiderar sus decisiones debido al temor a las represalias futuras.

Para entender esta reacción de protesta habría que destacar que Estados Unidos ha respaldado, desde hace décadas, políticas de libre comercio ante la Organización Mundial de Comercio (OMC) y ha considerado que la cultura es una mercancía (sujeta a propiedad intelectual) que no debe ser objeto de restricciones aduanales ni de restricciones estatales que beneficien una industria cultural local, y es obvio que este nuevo instrumento jurídico internacional pone en peligro todo el esfuerzo diplomático y económico de imponer el libre mercado como único sistema económico para el desarrollo.

Además, Estados Unidos ha decidido mantener su hegemonía cultural y ha utilizado el proceso de globalización tecnológica para realizar una propaganda de sus concepciones del mundo al establecer los parámetros de propiedad intelectual expuestos en el Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT) y en las discusiones de la Organización Mundial de Comercio (OMC).

El GATS o Acuerdo General sobre Comercio de Servicios fue destinado a favorecer la privatización o liberalización de servicios como los de las comunicaciones y cultura, y entre estos últimos se incluyeron los archivos, bibliotecas y museos. Entre 1950 y 1998, las exportaciones del comercio mundial crecieron 19%; uno de los sectores que más creció fue el de las industrias culturales, que ya habían sido definidas así en 1947 por los filósofos Theodor Adorno y M. Horkheimer.

Estas industrias culturales, en las que los bienes y servicios son producidos, reproducidos, conservados y difundidos según criterios industriales y comerciales, se transformaron en las portadoras principales de información y su criterio económico de expansión se concentró en Estados Unidos, y en menor medida en la Unión Europea y Japón.

La Importancia de las industrias culturales en la actualidad puede incluso ser objeto de estadísticas determinantes. Hay un informe de la UNESCO, titulado International Flows of Selected Cultural Goods and Services 1994-2003, en el cual se señala que tres países que serían Reino Unido, Estados Unidos y China produjeron la alarmante cifra de 40% de los bienes culturales comercializados en el mundo. El 60 % restante fue producido por ciento diecisiete países. El negocio es tan enorme que este tipo de comercio internacional de bienes culturales aumentó entre 1994 y 2002 de la cantidad de treinta y ocho mil millones a sesenta mil millones de dólares. En 2002, América Latina y el Caribe sólo representaron 3% del comercio total de bienes culturales.

Los impresos –libros, periódicos, publicaciones y otros productos impresos– representaron el 31% del comercio cultural mundial en 2002. Los mayores exportadores de libros del mundo fueron los Estados Unidos (18%), el Reino Unido (17%), Alemania (12%), España (6%) y Francia (5%). En las artes visuales –que comprenden, entre otros bienes, las pinturas, los grabados, las litografías, las estatuas originales y las esculturas– el Reino Unido, China, Estados Unidos, Alemania y Suiza sumaron el 60% del total de las exportaciones en 2002. Es una brecha que se expande, no que se cierra. En todas las áreas las desigualdades se globalizan: los veinte hombres más ricos del mundo tienen tanto dinero como los tres mil millones de personas más pobres.

Estos datos son dramáticos, pero la guerra comercial es la traducción exacta de una guerra más profunda, de naturaleza cultural. A pesar de las tensiones que el incidente descrito de la UNESCO originó, y sigue originando por su puesta en vigor la entrada en vigor el 18 de marzo de 2007, la verdad es que fue apenas un episodio que evidenció el papel destacado que tiene la cultura en los procesos del mundo contemporáneo.

La UNESCO justificó la protección a la diversidad cultural precisamente porque el predominio cultural estadounidense ha contribuido a poner en peligro el futuro de casi seis mil comunidades que no tienen las mismas oportunidades tecnológicas de difusión e integración. Es un hecho que la incorporación de medios de comunicación como transmisores de mensajes culturales juega un rol fundamental en la reelaboración de valores y símbolos compartidos en las sociedades actuales; es una forma de vectorizar patrones para acelerar la dependencia.

Fallece, tras larga enfermedad, el poeta nicaraguense Álvaro Urtecho Lacayo

Después de una larga y dolorosa enfermedad, el poeta Álvaro Urtecho Lacayo falleció la mañana de este viernes en su residencia de Managua, considerado por los especialistas “uno de los más importantes poetas vivos de Nicaragua”.

Ante el deceso de Urtecho Lacayo, distintas organizaciones, como la Academia Nicaragüense de la Lengua y el Centro Nicaragüense de Escritores, así como intelectuales de todo el país, expresaron sus muestras de pesar a la familia doliente, y señalaron que “es una gran pérdida para las letras nicaragüenses”.

Escritores, escritoras y amantes de la cultura nicaragüense en especial, apuntaron a Álvaro Urtecho como amigo, poeta, filósofo, crítico literario y de arte, nacido en Rivas en 1951.

Álvaro Urtecho estudió Filosofía y Letras en Madrid y Barcelona, España; y Humanidades en la Universidad Centroamericana (UCA) de Nicaragua.

Trabajó, entre 1979 y 1983, en la UNAN-Managua como profesor de Filosofía y Literatura.

Posteriormente se desempeñó como Investigador Literario en el Ministerio de Cultura. En la década de los noventa impartió docencia en la UCA.

Desde 1984 se dedicó al periodismo cultural. Fue editor y columnista de periódicos y suplementos culturales en Nicaragua y en países de Centroamérica.

Desde hace más de diez años dirigió segmentos culturales en emisoras radiofónicas nacionales.

Fue galardonado en 1999 con el premio “ Rigoberto Cabezas", otorgado por la Asociación de Periodistas de Nicaragua (APN).

Álvaro Urtecho fue y seguirá siendo uno de los poetas más destacados por su estilo, profundidad y originalidad de su obra, entre las que destacan: Cantata Estupefacta y Otros Poemas (1986); Cuadernos de la Provincia (1994); Esplendor de Caín (1994); Auras del Milenio (1995), Tumba y Residencia (2000) y Tierra sin Tiempo (2007).

Con la creencia que la poesía se produce con la emoción más que con la inteligencia y sin negar que es imposible expresar una emoción poética sin recurrir a la racionalidad, Álvaro Urtecho aborda en su poesía, como él mismo señaló, tanto la problemática de la vida como muerte y de la muerte como vida; la temporalidad y lo cósmico relacionado con el hombre, así como la problemática del mal y odio humano; la existencia, la maternidad, el amor y la mujer. A Álvaro Urtecho se le ha reconocido como el Poeta del Amor, el Ser y el Tiempo.

Miembro del Centro Nicaragüense de Escritores (CNE), participó de manera destacada en diversas ocasiones, en el Lectorado de los Certámenes de Literatura, así como ponente en los “Seminarios Nacionales de Actualización Literaria para Profesores de Secundaria”, promovido por el Centro.

En el Día Nacional del Escritor Nicaragüense realizado en homenaje al nacimiento de Rubén Darío el 18 de enero del año 2002, él recibió por parte del CNE, una placa de reconocimiento en homenaje por la calidad de su destacada vida, labor y obra literaria.

Los miembros del CNE se pronuncian ante el pueblo nicaragüense exaltando la vida y obra de quien, como pocas personas, ha contribuido a la cultura, el arte y la literatura de nuestro país, empujándola hacia nuevos derroteros.

Álvaro Urtecho, con su obra de genuina expresión, con su labor de crítico literario y como un periodista de gran objetividad, nos deja a sus 58 años de edad, un gran vacío por su partida y al mismo tiempo, parte de su vida en su extraordinario legado, indica el CNE en un comunicado.